21 de noviembre de 2009

NI PUEDE CONCEBIR OTRO DISEÑO


A MARÍA DE NAZARET

Ni supo teología ni la buscaba

Mas supo de obediencia y sacrificio;

Su Dios era el Señor, eso bastaba,

Y mansa obedeció tan santo auspicio.

No se miró a sí misma sino al Cielo;

Esclava era y ofrecióse esclava;

De Dios solo esperaba su consuelo,

Y solamente al Padre, humilde oraba.

Una mujer, obra de Dios perfecta,

Conoce su existencia y su destino,

Y madre rigorosa y circunspecta

Dispone su persona y su camino.

María flor de fe de gozo llena

No mide, pues no puede, su llamado,

Mas su maternidad la exalta plena,

Pues sabe que su fruto es ser sagrado.

Es ser, es asentir, y es esperando

Que pueda ser la obra de Dios hecha

En tímida oración, considerando

Del prodigioso don la gran cosecha.

Si mira alrededor el riesgo es grande,

Mas alta su mirada alada vuela;

Tan solo sí y amén; lo que Dios mande;

En Dios, ni amor, ni acción, es bagatela.

Es el Señor el gran protagonista;

Elige una mujer, Él es el dueño,

Y nadie puede ser mejor artista;

Ni puede concebir otro diseño.

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