17 de julio de 2013

Mensaje del Padre General OCD en el día de Nuestra Madre la Virgen del Carmen.

Mensaje del Padre General en el día de Nuestra Madre la
Virgen del Carmen.

16 de Julio de 2013 a la(s) 11:59
Fr. Saverio Cannistrà
Os saludo con gran alegría a todos vosotros, hermanos y hermanas del Carmelo Teresiano, cuando nos disponemos a celebrar la fiesta de María, la Madre del Carmelo. Nos acercamos a Ella a pie descalzo para "procurar caminar mejor el camino, para contentar mejor al Señor y hallarle más presto, para animarnos a andar con fortaleza" (F 4,4).
En estos días de gracia, nuestra familia teresiana, haciendo suyos los dolores y gozos de la humanidad, convoca al pueblo de Dios a peregrinar hacia el misterio de María. Así, andamos este camino en comunidad ampliada, junto a miles de cristianos sencillos, buscando en la cristalina fuente de María el rostro de Dios y nuestro rostro, para un encuentro de amor que da plenitud a toda vida.
La Madre del Carmelo, la mujer nueva que tiene los ojos fijos en Jesús, se convierte para todos nosotros en tienda de encuentro donde se recrea la belleza y compromiso de la fe, en icono de la Palabra creadora donde leer al Dios de la bondad -"que es muy bueno este Bien nuestro" (3M 2,5), en una llamada evangelizadora a una nueva narración de la gracia.
A medida que avanza nuestra marcha, ya no hablamos de Ella, hablamos con María, le cantamos. Al canto de uno se unen los cantos de los otros. Crece la fiesta. Dios nos visita. Hay alegría en el corazón y danzas en las calles. Dan ganas de ser de verdad "esos tales que habremos de ser" (C 4,1).

¡Flor del Carmelo! Tu vida huele a bienaventuranza. Nuestros límites, que tanto desazonan, se convierten en horizonte infinito al dar con tu mirada. Nuestro hastío, por tanto vivir lo que no es vida, se cambia en gozo al encontrarnos con tus ojos misericordiosos. El enigma doloroso de la muerte se aclara en la dulzura de tu abrazo. Tú nos enseñas a movernos, confiados, por el ancho mar de Dios que nos envuelve. Junto a Ti, todo es gracia.
¡Virgen fecunda! Tu silencio nos abre a la Palabra creadora y se convierte en un Magnificat sonoro. Tu soledad nos hace descubrir una Presencia que deja nuestra dibujada en nosotros la ternura. Excavas una sed muy honda en los adentros y tu fuente, que mana sin cesar, nos enamora. Nos metes en la interior bodega y allí nos muestras al Dios, que es tan amigo de dar y de darse por entero. Así despiertas en nosotros la belleza y el gozo de ser todo de Dios. Buscadora de amores, orientas nuestros ojos hacia Jesús, plenitud insospechada de todas nuestras búsquedas. Nos invitas a ser casa de acogida de todos los clamores de la tierra.
¡Atráenos, Virgen María! Porque nuestra historia no termina en el pecado, llámanos y llévanos a donde están todos los bienes. Porque la lentitud en el esfuerzo es extraña a la gracia del Espíritu, da fuerza a nuestras manos para tejer, con muchos, una túnica nueva para los pobres de este mundo, Métenos en ese misterio de amor que Dios y Tú, en alianza, os mostráis dándoos las manos. Pon nuestros pies sobre la tierra no pisada para un anuncio de paz y de evangelio, adéntranos en esa novedad nunca antes vista que Dios nos tiene preparada en la plegaria. Llévanos a Jesús.
Caminaremos en pos de ti. Sin volver la vista atrás, iremos contigo para vivir para Dios y su reino de santidad y justicia. Andaremos cada día los caminos a tu lado, con una mirada de paz hacia todos los que nos son confiados. Seguiremos tus huellas para encontrar una comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu, para entregar a la humanidad gratuitamente la compasión y ternura que Tú nos regalas en cada una de tus miradas. Iremos junto contigo hacia una plenitud.
Muy unido a todos vosotros, hermanos y hermanas, os deseo a todos una feliz fiesta de Nuestra Señor del Monte Carmelo.

14 de julio de 2013

Desde arriba o desde abajo;ahí está la diferencia

Evangelio según San Lucas 10,25-37. 
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera". PALABRA DEL SEÑOR