25 de agosto de 2010

María de Jesús Crucificado


Beata María de Jesús Crucificado
(1846-1878)
Mariam es un extraordinario ejemplo de los cristianos del Medio Oriente que oran y sufren con una fe inquebrantable en Jesús. Su mensaje y espiritualidad es para todos.

El Padre Brunot, en su libro "Mariam, la pequeña Arabe", sintetiza las claves de su santidad: "La vida de María fue marcada por tres consignas muy importantes, que en realidad son las que constituyen el milagro de su vida: la conciencia de su miseria, el ardiente deseo de la Voluntad Divina, la primacía del amor."

Mariam, al entrar al Carmelo, toma el nombre religioso de MARIA DE JESUS CRUCIFICADO, nombre que contiene sus grandes amores: Jesús, María y la Cruz. Esta cruz la acompañará todos los días de su vida y se hará especialmente pesada en la India. Su alma va a ser probada y purificada por Dios. Como su Santo Padre Juan de la Cruz, va a sufrir la "persecución de los hombres". María Baouardy, descendiente de una familia grecomelquita católica, vió la luz en Abellin, localidad de Galilea, el 5 de enero de 1846.

En 1849 sus padres mueren y es adoptada por un tío paterno. Ingresó en el convento de las carmelitas descalzas de Pau (Francia) el 27 de julio de 1867 e inicia el noviciado. El 21 de agosto de 1870 llega como cofundadora a Mangalore, ciudad de la India y se consagra a Dios con los votos religiosos. Vuelve al Monasterio de Pau (Francia) en 1872. Tres años más tarde, el 20 de agosto de 1875 se trasladó a la fundación de Belén en Tierra Santa.
Allí levantó un monasterio y entre mayo – junio de 1878 va a Meaux, Monte Carmelo, el Tabor y finalmente procuró la erección de otro Monasterio en Nazareth. Fue probada con varios fenómenos sobrenaturales y dotada de extraordinarias gracias, pero principalmente de humildad. Sobresalió, además, por su acendrada devoción al Espíritu Santo y su ardiente amor a la Iglesia y al Romano Pontífice. El 21 de agosto de 1878, se fractura el brazo izquierdo en el huerto conventual de Belén .
La Beata María de Jesús Crucificado falleció el 26 de agosto de 1878, a los 32 años de edad. El 13 de octubre de 1983 el Papa Juan Pablo II la elevó a la gloria de los altares.Actualmente parte de sus restos descansan en el Carmelo de Belén.

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