18 de septiembre de 2009

SABES LA HISTORIA?


La del pozo (Jn, 4) es otra de las mujeres del Evangelio que me encantan. Es esa con la que se encuentra en un pozo de Samaria cuando Jesús iba solo muerto de sed. Con ella tiene un encuentro de esos que tocan lo hondo del alma. Hablan de deseos. De tus deseos y mis deseos. Los de siempre. También los de ahora, aunque nos digan que tenemos todos satisfechos. Jesús está genial, sencillo, listo, profundo, como es él.
Ella es atrevida, casi descarada. Le sale el orgullo al verse con poder por tener un cántaro. Pero Jesús le desmonta. Toda su vida buscando sin encontrar. Sabe de qué sed le habla Jesús pero no conoce su Agua. Pero la necesita, y de qué manera. Como tú y como yo. Ella se abre, se deja tocar por las palabras de un maestro que no tiene ni agua.
No sabemos qué fue de de la mujer del pozo, no nos cuentan más que se fue por ahí diciendo que ese hombre del pozo le conocía sin haberla visto antes. Pero después de conocer ese Agua viva no puede una dejar de buscarla.

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