1 de septiembre de 2009

EN INTERNET...PUES TAMBIÉN



Con la pantalla iluminada y el teclado esperando el tacto diligente de los dedos, me dirijo a ti, Señor, seguro de encontrarte, aun en los caminos anónimos de internet.
Acompáñanos tú, que te encarnaste en el misterio humano, y sufriste como nosotros, el cansancio y el azar de los caminos, porque también aquí hay trayectos tan arduos y fatigosos como los que recorriste en Galilea.
Acompáñanos tú, Señor, porque también aquí hay caminos misteriosos como el de Emaús que nos llevan sin ruído al descubrimiento del otro y conservan aún la luminosa facultad de transformarnos.
Y al final cuando se apague de nuevo la pantalla y tengamos la vana impresión de haber aprendido algo, recuérdanos que la sabiduría y conocimiento son mucho más que la información fragmentaria que veloz pasa ante los ojos.
Haznos comprender que por vasto que sea el mundo lo importante es descubrirnos en lo profundo de nuestro ser y alcanzar el horizonte inmenso de tu Corazón de Padre.
Amén.
por J. Fernández de la Gala

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