Señor de mi vocación, acá estoy como antaño,
esperando que me empujes,
deseando que me alientes,
rogándote que me sostengas;
porque he dejado jirones de tu llamada en el camino
y experimento la tristeza de la infidelidad;
porque me he entregado a los demás con egoísmo
y experimento la vergüenza de mi mentira;
porque he huido una y otra vez del dolor,
y experimento el dolor de la cobardía.
Señor de mi vocación, acá estoy como antaño,
para entregarte los despojos de mi batalla:
signo de mi debilidad culpable
y signo de mi valentía entusiasta.
Si me he arriesgado, ha sido por Ti.
Si he peleado, ha sido por Ti.
Si he sido vencido, ha sido por Ti.
No es válida excusa, pero sí humilde confesión.
Señor de mi vocación, sigue siendo mi único Señor.
Que no me venda a nada ni a nadie.
Que no me canse jamás.
Que mi testimonio seas siempre Tú.
Que al anochecer de cada día,
pueda sentir tu mirada en la mía,
como bastón poderoso para mi limitación.
Señor de mi vocación, acá estoy como antaño,
diciéndote de nuevo que sí.
Norberto Alcover sj
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