Señor, déjame ciego.
Llévame por tus caminos;
por los que sean tuyos.
Yo no quiero saber tu dirección,
porque soy tu hijo.
Tú, que eres el Padre de la Sabiduría,
eres también mi Padre.
Llévame a través de la noche,
pero llévame hasta Ti.
(Edith Stein, carmelita)
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