Tú, Señor, que ibas dando vida, invitando a vivir, y te presentabas como la resurrección y la vida,
de tal manera que incluso el trago de la muerte, no podía matar la vida desbordante que sentías en lo profundo de tu ser.
Hoy, Señor, queremos pedirte por el respeto a la vida:
Que en toda vida veamos un signo de tu presencia; que ayudemos a vivir a todos:
al que encontramos en el hospital y al que está en la carretera; al que está ya entre nosotros aunque no nacido y al consumido por la enfermedad o los años;
al aburrido ya de la vida y al soñador de esta única vida.
Mi oración quiere ser tu voluntad: que todos tengan vida y la tengan en abundancia; que todos te conozcan a ti, Señor; que todos nos amemos como tú nos has amado; que todos nos tratemos como hermanos; que todos construyamos un mundo que pueda llamarse tu reino. Ámén.
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