Amor de carne y sangre,
de entrega y tiempo,
de historia y lucha.
Amor de fiesta y llanto,
de alianza eterna,
de mesa puesta,
de mano abierta
Amor que no negocia
ni escatima…
Dispuesto a partirse
para llegar a todos,
especialmente
a los desamados,
a los solos,
a los que hambrean
encuentro,
justicia
y ternura
Amor por cada ser humano,
tú conoces nuestros pies de barro,
nuestros sueños,
nuestras metas,
nuestro pecado,
el bien que soñamos
y el que negamos...
Amor de Dios,
hecho carne
entregándote,
como palabra
última, definitiva,
como raíz que ha de llegar
a la entraña de las vidas,
para transformarlo todo.
José María R. Olaizola, sj
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