Cuentan de un fraile que allá por el año 1300 se encontró un muro en mitad de un camino. El muro se veía muy grande y le sorpredió verlo allí. Rápidamente fue a presencia del Abad y le contó su descubrimiento, éste le dijo que podía dedicarse a ese muro y que cuando venciera ese obstáculo habría descubierto cosas importantes de su vida espiritual.
No tardó el buen fraile en volver al camino y empezó a empujarlo. Pensaba que al estar en mitad del camino no tendría buenas bases y resultaría fácil empujarlo y tirarlo abajo para liberar el camino y que la gente pasara a su gusto.
Sus fuerzas se vieron probadas porque no logró moverlo ni un solo milímetro. Como el fraile era tenaz en sus propósitos y el Abad le habia dicho que aprendería cosas utiles para su vida espiritual cuando venciera, siguió empujando.
Pasaron tres largos años... y el monje seguia empujando.
Abatido y cansado se presentó al Abad del monasterio y le dijo: No puedo más, me ha ganado el muro. A lo que el abad respondió, ¿cómo has intentado tirar el muro?. Empujando, le respondió el monje. Y durante este tiempo, ¿no has pensado otra forma de hacerlo que no fuera empujar?
Pues bien, toma una pala, saca tierra alrededor de la base del muro y verás como cae en pocos minutos.
Asi lo hizo el monje y tal como dijo el Abad, cayó el muro en pocos minutos llevando años intentádolo de una misma forma.
ENSEÑANZA: Muchas veces nos empeñamos en encontrar soluciones a nuestros problemas de una sola manera y por más que lo intentamos chocamos contra un muro.
Debemos ser creativos para superar nuestras dificultades inventando otras formas de superarlas. Asi evitamos estar años luchando para no conseguir nada, cuando en minutos podemos cambiar las cosas.
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