Oh María, Tú que has recorrido el Camino de la Cruz junto con Tu Hijo,
quebrantada por el dolor en Tu Corazón de Madre,
pero recordando siempre el "fiat" e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas.
Suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la gracia del abandono en el Amor de Dios.
Haz que ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su Amor.
A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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