Cualquier día, en cualquier lugar y momento,
a tiempo o a destiempo, sin previo aviso,
lanzas tu pregunta:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Y yo me quedo a medio camino
entre la doctrina y lo profético,
entre lo correcto y lo que siento,
porque no me atrevo a correr riesgos
en estos tiempos cuando tú me preguntas así.
Nuevamente me equivoco,
y me impones silencio
para que escuche tu latir
y siga tu camino...
Y al poco, vuelves a la carga:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Enséñame como tú sabes
las claves de tu nombre y mensaje.
Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre
y por esas sendas marginales
que tanto te atraen.
Corrígeme, cánsame
y vuelve a explicarme tus proyectos y quereres,
y quién eres.
Cuando en tu vida toda encuentre el sentido
para los trozos de mi vida rota;
cuando en tu sufrimiento y en tu cruz
descubra el valor de todas las cruces;
cuando haga de tu causa mi causa;
cuando ya no busque salvarme
sino perderme en tus quereres…
entonces, Jesús, vuelve a preguntarme:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
F.Ulibarri
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