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San Máximo el Confesor (hacia 580-662), monje y teólogo
La vida ascética, 40-42; PG 90, 912
«La medida que uséis la usarán con vosotros»
Habiendo aprendido en la Escritura qué es el temor del Señor y cuántas son su bondad y su amor, convirtámonos a él con todo nuestro corazón... Guardemos sus mandamientos; amémonos los unos a los otros con todo nuestro corazón. Llamemos hermanos incluso a aquellos que nos odian o nos detestan a fin de que el nombre del Señor sea glorificado y manifiesto con todo su gozo. Nosotros, que nos ponemos a prueba los unos a los otros, perdonémonos mutuamente... No tengamos envidia de los demás y si somos blanco de la envida de alguien, no nos volvamos feroces, sino al contrario, estemos más bien llenos de compasión los unos para con los otros, y a través de nuestra humildad curémonos los unos a los otros. No hablemos mal de los demás, no nos burlemos de nadie, porque somos miembros los unos de los otros.
Amémonos los unos a los otros y seremos amados de Dios; tengamos paciencia los unos para con los otros y él tendrá compasión de nuestros pecados. No devolvamos mal por mal y no recibiremos lo que merecemos por nuestros pecados. Porque obtenemos el perdón de nuestros pecados perdonando a nuestros hermanos, y la misericordia de Dios se encuentra escondida en la misericordia que tenemos para con el prójimo... Ya lo ves: el Señor nos ha dado el medio para salvarnos y nos ha dado el poder celestial de llegar a ser hijos de Dios.
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